domingo, 21 de octubre de 2012

¿Quiero mi propio espacio?

El espacio varía en función de la edad, cuando somos niños queremos que nos abracen los papás y ya de adolescentes rechazamos esos abrazos. Otras variantes son el sexo (las distancias entre las parejas se acortan cuando se atraen más), el contexto (se acorta en el metro o en un ascensor por ejemplo), la profesión y la cultura.
También encontramos en el espacio las distintas funciones: expresiva (las distancias se acortan cuando nos sentimos alegres o tristes), conativa (barreras que no nos dejan ocupar determinados espacios), referencial (la colocación de un edificio en estructura piramidal, arriba se suelen situar los altos cargos; la colocación de los invitados en un banquete).

Hay que respetar las distancias, tenemos que controlar el espacio porque el espacio comunica y no poco.

¿Cómo os sentís cuando alguien se acerca demasiado para hablaros? ¿No os parece que os estén quitando parte de vuestra intimidad? Comentad alguna experiencia. 

¿Qué opináis del espacio de hoy en día en las ciudades? ¿Creéis que vivimos en ciudades frías? Nos alejamos cada vez más de la gente que nos rodea y solo nos acercamos a estas personas en situaciones puntuales como el metro o el ascensor, ¿no deberíamos crear un mundo más unido? Desde niños nos educan a compartir y crear una vida común y cuando crecemos nos alejamos de los que nos rodean... 



4 comentarios:

  1. Cuando nos vemos obligados a acercamos a las personas en situaciones puntuales -como el transporte público, ascensor, salas de espera, etc.- , pienso que son situaciones incomodas en las que las conversaciones están muy forzadas. Cada vez somos más reacios a entablar ese tipo de conversaciones quizás por vergüenza, desconfianza, poca autoestima, miedo, etc.

    Además, el espacio en las ciudades cada vez es más reducido, por no decir individual. Esto promueve a que cada ciudadano se resista a salir de su burbuja de seguridad, que es su espacio personal.

    Desde mi punto de vista, cuando voy en el tren, me parece muy interesante y divertido tener una conversación con alguien a quien ni si quiera conozco y que, quizás, jamás vuelva a ver en mi vida. Además, es muy agradable poder conversar con alguien durante tantas horas aburridas de recorrido.

    Samantha de Frutos.

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  2. Como Samantha ha dicho, hay situaciones en cuando la gente tiene que acercar, como en transporte público o en un ciudad. Para mi, no me gusta para nada acercar con gente que no le conozco, y me pone muy incómoda. Siempre, cuando estoy en el tren o el metro, trato de encontrar un asiento con nadie a lado. De verdad, me gusta gente y me gustar hablar, pero hay situaciones cuando no quiero conocer la gente. ¡Seguro que no es cómoda para nadie estar en un bus lleno de gente en un día caloroso del verano, con las axilas olorosas en su cara!

    En mi opinión, las ciudades son un poco frías. Es verdad que es posible estar en un ciudad llena de gente y, al mismo vez, sentirse solo. No sé que es la solución, porque como he mencionado, soy parte de la problema, a causa que de no me gusta acercar con gente que no le conozco. Parece que es más cómodo hablar con gente desconocida en lugares más pequeñas, como el banco o los correos, en vez de lugares muy ocupadas. Es casi como hay reglas no oficiales en metros y trenes y ciudades.

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  3. Cuando estoy aquí, en Valencia, lo que más echo en falta es ir por la calle sin saludar a las personas. Como han dicho anteriormente mis compañeras, en las ciudades la gran parte de la gente vive en su burbuja y se resisten a salir, es decir, hablan con otras personas en momentos concretos (casa, trabajo...). Incluso, muchos de ellos no conocen ni a los vecinos de su propio edificio.

    A mi todo esto me parece muy triste. Quizás es porque vengo de un pueblo de unos 1000 habitantes y allí nos conocemos casi todos y siempre que sales a la calle conoces a alguien y lo saludas.

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  4. Respecto a lo que ha dicho Vera quiero decir que, tienes razon cuando dices que en las ciudades la gente va más a "su bola", pero creo que esto también tiene que ver con el carácter de cada persona. Vivo en Vila- real (ue ue ue), una ciudad de casi 50.000 personas, pero a pesar de el mogollón de gente y de que es una ciudad, yo voy por ahí y me voy parando a hablar con todo el mundo puesto que soy una persona muy sociable que conoce a mucha gente (he llegado a un punto que a mis amigas les cuesta acompañarme a los sitios por que "conoces y hablas con todo el mundo, Sara". Por esta razon digo, que además de el condicionante "ciudad-pueblo" tambien entra en juego el carácter de cada uno.

    Sara Higueras

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